08/19/2016 - 16:45
Estimados amigas y amigos:
Me quedé helada al ver que la Conferencia del Episcopado Mexicano hizo un llamado para que los católicos se levanten los días 10 y 24 de septiembre y tomen las calles para oponerse a la iniciativa de ley del matrimonio igualitario y demás demandas de la comunidad LGBT (Liga).
Se trata de la misma iglesia que con los discursos del papa Francisco, pero sobre todo con su encíclica Laudato Si, parecía retomar el rumbo del mensaje de Jesús, después de décadas en las que bloqueó y dio marcha atrás a las reformas del Concilio Vaticano II. El primer papa latinoamericano dio un golpe de timón al poner el acento no en condenar a los divorciados, homosexuales o mujeres que abortan, sino en invitar a la compasión y la inclusión de todas las personas con diferentes ideologías y estilos de vida, al tiempo que denuncia las desgarradoras desigualdades socioeconómicas que han llevado a Latinoamérica y al mundo entero a favorecer al uno por ciento de la población y a incrementar las legiones de personas que sufren, condenadas a intentar sobrevivir en el día a día con salarios de miseria, amén de los millones de seres humanos que padecen hambruna, exclusión y muerte.
Educada en el catolicismo, jamás leí en ninguno de los cuatro evangelios una sola sentencia de Jesús en la que se invitara a condenar a las personas con sexualidad diversa. El Jesús que yo aprendí a amar fue aquél que rescataba de la discriminación, de la condena y del odio a quienes rompían el llamado “orden moral”, como la famosa adúltera, mientras al mismo tiempo condenaba la hipocresía del fariseo, ese individuo muy versado en la tradición escrita, que mientras se daba baños de pureza por fuera, tenía un corazón duro y frío a la hora de condenar a quienes no mantuvieran la supuesta pureza de los rituales o costumbres marcados por esa tradición.
Es por esto que con gran alegría leo que mi amigo, el padre José Manuel Guerrero Noyola compartió anoche el texto que aquí reproduzco, en el que se atreve a manifestarse en contra de la nueva ola de soberbia, fanatismo y discriminación impulsada por los más altos jerarcas de la iglesia católica en contra de los derechos de la comunidad LGBT, sin dejar de señalar cómo es que los obispos y arzobispos mexicanos se han mantenido callados y no han hecho una convocatoria similar para oponerse a los temas más importantes que afectan a millones de seres humanos excluidos en México, entre ellos el tema de la destrucción medioambiental, del que tenemos un terrible ejemplo en el proyecto Monterrey VI. Chema nos dice con toda claridad que el silencio de los jerarcas de su iglesia se debe a que estos otros temas incomodarían a la cúpula del poder, tanto político como empresarial, mientras que la condena del matrimonio igualitario tiene las loas y los aplausos de la parte más retrógrada y conservadora de nuestro país, representada por organizaciones como el Opus Dei y los Legionarios de Cristo.
Me siento muy orgullosa de contar entre mis amistades al querido padre Chema.
Cristina Sada Salinas
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SOBRE MEGAMARCHAS, JERARCAS, FAMILIAS Y MEDIO AMBIENTE
Pbro. José Manuel Guerrero Noyola