¿Quién es el papa Francisco?

 11/01/2016 - 22:56

Muchas personas alrededor del mundo saludamos con alegría las posturas que en el discurso sostuvo el papa Francisco desde el inicio de su pontificado. Con su negativa a condenar expresamente a la comunidad LGBTI y a las mujeres divorciadas o que han abortado, así como la condena al capitalismo implícita en el lanzamiento de la férrea defensa de la lucha por el medio ambiente en la encíclica Lautado Sí, creímos ver un renacimiento de la iglesia católica progresista, más apegada a la palabra del Jesús desafiante retratado en los evangelios, que a los compromisos políticos e intereses terrenales que históricamente han caracterizado a la institución eclesial.

Este ánimo esperanzado, sin embargo, sufrió un fuerte golpe cuando en su primera visita pastoral a México Francisco guardó un ominoso silencio respecto a la tragedia de los 43 normalistas de Ayotzinapa desaparecidos -símbolo de las más de 30 mil desapariciones forzadas reconocidas oficialmente en nuestro país- así como por el hecho de que en su gira por Michoacán, tierra natal del criminal Marcial Maciel, no dijera tampoco una sola palabra sobre la plaga de la pederastia clerical que sigue azotando a las niñas y los niños de México con la complicidad y protección de obispos y demás jerarcas; negándose incluso a recibir en privado a las víctimas de este horrendo delito, a pesar de las múltiples solicitudes y súplicas que recibió en ese sentido. Sólo cuando ya estaba en el avión de regreso al Vaticano, presionado por una pregunta expresa de los periodistas, fue que Francisco lanzó su famosa sentencia: “Un obispo que cambia a un sacerdote de parroquia cuando se detecta una pederastia es un inconsciente y lo mejor que puede hacer es presentar la renuncia, ¿clarito?” (1).

Lo que hasta ahora ha quedado “clarito”, es que a estas palabras del sumo pontífice católico no han seguido acciones concretas en contra de los obispos encubridores de sacerdotes pederastas sino todo lo contrario, a muchos se les ha garantizado impunidad penal y canónica, por lo que casos como el denunciado en nuestro documental “Silvestre. Pederastia clerical en Oaxaca” (2) se siguen multiplicando, devastando la vida de miles de niños en todo el mundo. El tristemente famoso arzobispo primado de México Norberto Rivera -contra quien se han presentado múltiples pruebas de que protegió y aún protege al padre Nicolás Aguilar, acusado de la violación de hasta 120 niños (3)-, se dio inclusive el lujo de negar conocer la sentencia de Francisco, bajo un cínico argumento: "Yo no iba en el avión" (4).

Más sorpresas aguardaban a quienes a pesar de todo seguían esperando por lo menos declaraciones progresistas de Jorge Mario Bergoglio. ¿Acaso no había roto con el tabú milenario de la iglesia respecto a la diversidad sexual cuando declaró: “Si una persona es gay y busca a Dios, y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?” (5). Por lo menos en ese tema era de esperarse que el primer papa latinoamericano mantuviera una posición acorde al siglo XXI.

No fue así, por lo menos temporalmente, y nos quedaríamos pensando en qué quiso decir Francisco cuando declaró a Civiltà Cattolica (según cita de Bernardo Barranco): "Me han acusado de conservador, pero jamás he sido de derechas" (6), pues en fechas recientes un destacado miembro de la ultraderecha mexicana emparentada con el tenebroso Yunque, Rodrigo Iván Cortés, líder del Frente Nacional por la Familia, regresó del Vaticano presumiendo haber recibido la bendición de boca del propio papa para la marcha en contra del derecho al matrimonio para personas del mismo sexo: “Él [Francisco] nos pidió una Iglesia de salida, que salga a la calle y arme lío. Nosotros como ciudadanos estamos saliendo a la calle y estamos haciendo lío” (7), señaló ufano este adalid de la reacción. ¿Si aplaudir y respaldar el ataque a los derechos de la diversidad sexual no es ser de derechas, qué es?

Tal y como lo señaló Cortés, los sectores más retrógrados del catolicismo mexicano salieron a la calle a “armar lío” con una marcha multitudinaria el 24 de septiembre, bajo la bandera de la “defensa de la familia natural” y en contra del derecho de las personas del mismo sexo a contraer matrimonio civil. Una vez más, Francisco dio su bendición a esta muestra de intolerancia cuando un día después, el 25 de septiembre, felicitó el “compromiso de la Iglesia [mexicana] y de la sociedad civil a favor de la familia y de la vida” (8), lo que muchos observadores vieron como un respaldo a la postura intransigente de Norberto Rivera, quien presumió ante los medios este respaldo del papa, como si de un espaldarazo a su persona se tratara (9). ¿La chocante imagen de Rivera pegado a Francisco en todo momento durante su gira por México, incluso a bordo del papamóvil, simbolizaba algo más que el cumplimiento de un protocolo? ¿Había llegado a su fin el supuesto alejamiento que algunos analistas creían ver entre ambos personajes?

La respuesta a esas preguntas se complicaría con la llegada a nuestro país del nuevo nuncio Franco Coppola, quien tras presentar sus cartas credenciales a Enrique Peña Nieto, pareció que echaba un cubetazo de agua helada a los fervores homofóbicos de la ultraderecha mexicana y el propio Rivera, al afirmar que la doctrina de la iglesia tenía que “bajar” a la realidad, y que los integrantes de la comunidad LGBTI “Son personas humanas, [y] no hay porqué negarles derechos que son reconocidos a todos los hombres y mujeres de este mundo”. Y para que quedara más “clarito”, aseveró: “...al Papa no le gusta echar fuera o condenar. Él da el ejemplo y si uno quiere, lo puede seguir” (10). ¿El obispo de Roma se contradecía?, ¿volvía a la ruta progresista?, ¿hubo un cambio real o se trata de una estrategia mediática?

El arzobispo primado de México, seguramente orillado por la línea marcada por Coppola, se vio en la necesidad de pedir públicamente disculpas a la comunidad LGBTI: "Les pido nuevamente perdón si he utilizado palabras que no son las adecuadas, pero quiero que sepan que de ninguna manera mi intención ha sido ofenderles", aseguró, para luego solicitar que personas de la diversidad sexual acudan a las parroquias a dar pláticas sobre su realidad pues “los curas no lo saben todo” y "muchas veces no han sido instruidos en el tema e incluso han extraviado a muchos jóvenes" (11). Como era de esperarse, estas disculpas fueron rechazadas por miembros de la comunidad LGBTI, ya que no están acompañadas de acciones concretas y fueron emitidas por Rivera durante un evento de Courage Latino, grupo que fomenta la homofobia al pretender “curar a los homosexuales”, como si padecieran una enfermedad (12).

Ante esta cadena de evidentes contradicciones en el discurso papal -para no hablar de la ausencia de hechos, en especial respecto a la pederastia clerical-, no podemos sino manifestar nuestra extrañeza, así como no podemos evitar que nazca en nosotros la sospecha de que detrás de tantos evidentes cambios de postura lo único que hay es manejo político y mediático, una campaña para cuidar la imagen de Francisco, un día ante los sectores conservadores y otro día ante los progresistas, contraviniendo la bíblica repulsión hacia los tibios, hacia quienes no son “ni fríos ni calientes” (Apocalipsis 3:15-19), quienes no son firmes en sus determinaciones.

Ojalá sea nuestra corta visión la que nos impide ver más allá de los fallos humanos de Jorge Mario Bergoglio, y que con hechos el denominado vicario de Cristo nos dé ejemplo de congruencia entre sus dichos y hechos, para que podamos contestarnos a nosotros mismos la pregunta:

¿Quién es en realidad el papa Francisco?

 

Cristina Sada Salinas

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Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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