Mujeres, igualdad laboral y modelo económico

Es difícil tener un ojo crítico hacia nuestras costumbres, sociedad, religiones y creencias. Vivimos inmersos en un statu quo cuya transformación requiere un enorme esfuerzo de nuestra conciencia ordinaria, así como aplicar nuestra capacidad crítica.

Yo misma me he preguntado cómo se verán muchas de mis actuaciones a la luz de la evolución de la conciencia en cien años más, pero quienes hoy en día tenemos un pequeño esbozo de conciencia, no podemos dejar de afirmar que la exclusión y el maltrato a la mujer se han perpetuado en las culturas patriarcales extendidas en todo el orbe.

En el texto que aquí pongo a su consideración, el Padre Raúl Lugo analiza un artículo de Isabel Turrent que habla de las diferencias en percepciones salariales entre el varón y la mujer. Me parece excelente dicho escrito, pero deja sin cuestionar al modelo económico. Creo que se queda corto.

Propongo que el modelo al que deberíamos de aspirar como sociedad no debe reducirse a sólo pagar salarios equitativos en relación a los varones, sino darle a la mujer los espacios necesarios para que, sin perder sus derechos laborales y su antigüedad, pueda ella atender y dedicarse de lleno durante los primeros meses (¿o años?) de la vida de sus hijos, sin merma a sus derechos, como ahora sucede en países de la Unión Europea.  (Ver nota)

Desgraciadamente, insisto, vivimos dentro de un modelo patriarcal, vertical, y todas nuestras instituciones lo reproducen. En México no existe un modelo que en verdad esté a favor de la vida, de la calidad de vida de las familias y los ciudadanos en ninguna de las instituciones que nos rigen, a pesar del discurso de, por ejemplo, los políticos panistas que tanto presumen estar "a favor de la vida y de la familia".

Estar realmente a favor de la vida y de la familia sería, en primer lugar, tener salarios mínimos decentes con los que una sola persona pudiera ofrecer adecuado cobijo, sustento y seguridad a los suyos; no sólo pagar igual a ambos géneros, sino facilitar que el delicado e importantísimo proceso de la relación entre madre y bebé sea totalmente apoyado.

Lograr que un bebé crezca con sus necesidades emocionales plenamente satisfechas requiere que las mujeres puedan estar en contacto directo, en presencia plena con sus hijos por un período importante de tiempo en los primeros meses de sus vidas, lo que requeriría de leyes que obliguen a las empresas a proporcionar estas facilidades.

Hay mucho camino por recorrer aún a nivel mundial, pero el que yo señale el ideal de crianza, no implica que juzgue a aquellas mujeres que no hayan podido estar cerca de sus hijos por tener que irse a trabajar en horarios extenuantes. No insinúo siquiera que ellas "han fallado”. Más bien apunto a que en el actual modelo económico y social, tanto los niños como las mujeres son víctimas de un sistema que privilegia la rentabilidad, la eficiencia y la homogenización por encima de cualquier otro valor humanista. De hecho, considero que los valores humanistas casi no existen en la práctica de las organizaciones, ni aun en las educativas, que de ello presumen.

Vivimos bajo el yugo de un sistema hipócrita. Tratemos de transformarlo al menos desde nuestra esfera de influencia. La mujer, el niño y el bien de toda la sociedad, están amenazados por la economía de mercado.

Ésta es una invitación a que los varones se unan a la lucha feminista, pues al valorar a la mujer por sí misma, más a su extraordinaria capacidad reproductiva y de crianza, el varón se beneficia enormemente.

Ojalá y disfruten del siguiente artículo, que tomo del blog "Iglesia y Sociedad" del padre Raúl Lugo, autor de la contraportada de mi libro “Perfume y pólvora”.

Feliz fin de semana.

Cristina Sada Salinas.

Texto de Raúl Lugo: Iglesia y sociedad

Para quienes quieran adentrarse más en el tema, también les comparto la liga al escrito de Isabel Turrent, publicado en la revista Letra Libres: Liga