LA CRUZ ES EL TRONO DE CRISTO

 11/20/2016 - 16:01

Por Pbro. Elías López

 

(Evangelio de la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo Ciclo C: Lc 23,35-43)

 

Este domingo, último del año litúrgico, celebramos de la fiesta de Cristo Rey. Y me parece necesario redefinir el significado de esta fiesta, porque corremos el riesgo de identificar a Jesús con los gobernantes que tenemos. Por eso cabe preguntarnos: ¿De qué realeza hablamos? ¿Qué clase de Rey es Jesús?

Por desgracia, ciertos dirigentes de la Iglesia han confundido la realeza de Cristo con la gobernanza de los políticos que ostentan cargos públicos, hasta desfigurar el rostro de Cristo. Afortunadamente también en cada época de la historia ha habido discípulos, hombres y mujeres, que han comprendido que la verdadera realeza de Cristo consiste en servir y no en ser servido.

Alguna vez en mis años mozos aprendía, junto con otros colegas, que las instituciones se contagian al relacionarse unas con otras. Y eso también le ha pasado a nuestra Iglesia, sobre todo cuando se convirtió en la religión oficial del imperio romano. El Constantinismo introdujo en la Iglesia usos y costumbres imperiales, que eran ajenos a la Iglesia. Por ejemplo, el hecho de coronar a Cristo y a la Virgen, el uso de vestimentas llenas de oropel y de títulos honoríficos para dirigirse a los obispos y al Papa. Este contagio fue tan severo que casi desfiguró el rostro de la Iglesia como servidora de la humanidad.

El pueblo de Israel quiso también tener un rey, como las naciones vecinas. Y, a pesar de las advertencias del profeta Samuel (1Sm 8,1-22), el pueblo logró lo que quería. Pero las advertencias de Samuel se cumplieron y la experiencia de tener un rey fue negativa. ¿Por qué? Simplemente porque el poder corrompe y se sube a la cabeza de quienes lo ejercen. Y lo que Dios quería era un rey servidor y no un príncipe que dirigiera y explotara al pueblo.

Esta mala experiencia de ser gobernado por un rey ha permitido al pueblo de Israel purificar su fe e imaginar un rey ideal que sería un verdadero pastor y que vendría a establecer un reino de justicia y de paz al servicio de los pobres y desdichados. A este rey lo reconocemos en Cristo resucitado. Este rey tiene como trono la cruz; su corona de espinas y su cetro son su cayado de pastor. El evangelio de san Lucas lo presenta como un rey humillado: <Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo> (v.37). También nos describe el lado humano y compasivo del rey que no utiliza su poder para salvarse, pero salva a otros y a la humanidad entera. El ladrón, crucificado con él. no le llama majestad o señor, su santidad o monseñor. No, le llama simplemente por su nombre: <Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu Reino> Y Jesús le responde: <Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso> (vv. 42-43).

Es urgente que nos preguntemos: ¿Qué rostro de Cristo presentamos a los demás? ¿Buscamos enriquecernos, en lugar de servir a la comunidad? ¿Nos creemos los únicos poseedores de la verdad sobre Dios y el mundo? ¿Nuestras actitudes perjudican más que ayudan a la Iglesia? ¿Somos una Iglesia xenófoba que condena a los homosexuales y está obsesionada por la sexualidad? ¿Somos una Iglesia que rechaza a los que han fracasado en su matrimonio y quieren volver a amar? ¿Nuestra Iglesia se muestra reacia a toda evolución y a todo cambio en la sociedad?

Ojalá que la celebración de esta fiesta nos comprometa, con el papa Francisco a la cabeza, a mostrar el rostro de un Cristo amoroso, respetuoso, tolerante, misericordioso y que extiende sus manos abiertas para abrazar a todos.

Abril 1865, el féretro de Abraham Lincoln recorría en tren distintas ciudades para que los ciudadanos le despidieran y le mostraran su admiración y gratitud. En Cleveland una mujer negra desfila con su hijo ante el ataúd. Entonces la madre levanta a su hijo y le dice: “Hijo, míralo bien, este hombre murió por ti.” Gracias a este hombre, le diría la madre, somos un poco más libres y tenemos más derechos.

 

Elías López Bautista Pbro.

20 de noviembre del 2016

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Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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