“El Bronco”, Fox y Trump. La felicidad de la ignorancia

 02/25/2017 - 15:52

 

Cuando Jaime Rodríguez Calderón ganó las elecciones que lo convirtieron en el primer gobernador sin partido político en la historia de México, advertimos las similitudes con Vicente Fox, pues ambos, más allá de las botas vaqueras, el sombrero y su lenguaje llano y hasta vulgar, tuvieron en común el hecho de haber cosechado la simpatía de los votantes sobre todo por el hartazgo hacia los políticos tradicionales y la corrupción; razones muy similares a las que llevaron a Donald Trump a la presidencia del país más poderoso del mundo.

Otra similitud de estos tres personajes ha sido su ambivalente relación con los medios de comunicación, pues han sabido aprovecharlos para escalar en sus carreras políticas, para luego mostrarlos como enemigos cuando, ya en el poder, estos políticos atípicos son objeto de las críticas en columnas de opinión y reportajes de investigación, en fin, cuando dejan de ser favorecidos y se sienten víctimas de la libertad de expresión.

Vicente Fox no habría soñado llegar a ser el primer presidente no priista de México sin la lucha que durante décadas libró la sociedad civil y los periodistas mexicanos, muchas veces a costa de persecución, cárcel y muerte, para conseguir un mínimo de libertad de expresión que permitiera desenmascarar, aunque fuera parcialmente, al monstruo en que se había convertido el PRI-Gobierno y su “dictadura perfecta”.

Jaime Rodríguez Calderón, por su parte, presume mucho que su insólito y arrollador triunfo electoral se debió al uso inteligente de las redes sociales, pero olvida que más que por simpatía hacia su persona y sus ocurrencias, el voto fue motivado por un hartazgo ciudadano contra la clase política, alimentado en gran medida por el valioso trabajo de medios de comunicación como El Norte, que desde los tiempos de Natividad González Parás, y con especial fuerza durante el sexenio de Rodrigo Medina, realizaron excelentes trabajos de investigación periodística que exhibieron como nunca antes la descomunal corrupción de los gobiernos priistas y panistas, tanto en el estado como en los municipios.

El hoy odiado y maldecido Donald Trump también está en deuda con los medios de comunicación tradicionales de su país, pues, ¿acaso no es él mismo producto de la mercadotecnia y de sus múltiples apariciones en programas y series estelares como El Aprendiz, Saturday Night Live y muchos otros? Además, está comprobado que incluso cuando los periódicos y noticieros no tomaron en serio a Trump y se dedicaron a burlarse de él, a atacarlo y menospreciarlo, consiguieron que repuntara en las preferencias electorales; incluso, un trabajo del New York Times reveló que la prensa escrita de Estados Unidos había “regalado” a Trump en los últimos tiempos una cobertura mediática por valor de casi 2 mil millones de dólares, algo para nada despreciable. (leer)

Ante esta enorme deuda hacia los medios ahora llamados tradicionales, sin embargo, Fox, “El Bronco” y Trump no mostraron mucha gratitud que digamos, sino más bien todo lo contrario, pues cuando fueron ellos y no sus oponentes políticos los señalados por los periodistas, lejos de afrontar los cuestionamientos y la crítica con vocación democrática, se lanzaron a descalificar y denostar a los medios, mostrándose autoritarios e intolerantes. Ayer mismo Trump ordenó que no se permitiera la entrada a los periodistas de New York Times, CNN y otros medios a una rueda de prensa en la Casa Blanca (nota). Habrá que ver si así como se ha acusado a Hugo Chávez y Nicolás Maduro de dictadores y prepotentes por descalificar a las televisoras estadounidenses, los opinadores de todo el mundo arremeten con igual virulencia contra esta dictatorial e inédita orden del presidente de Estados Unidos.

Vicente Fox, en febrero de 2003 apostó a la ignorancia cuando, al platicar con un grupo de señoras preguntó: “¿Ustedes leen el periódico?”. Una de ellas contestó: “No, pues yo no sé leer, pero en la televisión sí lo veo”. Aliviado, el “presidente de la alternancia” comentó: “¡Mejor! Va usted a vivir más contenta”, frase que fue recogida por los medios, despertó la crítica de muchos sectores sociales, y llevó a decir a José Antonio de la Peña, por aquel entonces presidente de la Academia Mexicana de Ciencias y director del Instituto de Matemáticas de la UNAM: “Así Fox mostró su interpretación personal del salvaje feliz, de Jean Jacques Rosseau, donde la ignorancia es la condición de la felicidad” (nota).

Hace dos días, nuestro Bronco mandatario de Nuevo León, enojado por los escándalos que rodearon la renuncia de su amigo, el ex procurador Roberto Flores, sentenció, según nota de El Norte: “Ustedes no compren periódicos, no lean los periódicos, no gasten dinero inútil. Lean Facebook, es gratis", para después afirmar: "¿Ustedes les creen a los periódicos?...¿Por qué no se atreven a ayudarle a este País? ¿Por qué siempre están cuestionando todo?… Si ustedes se fijan, todas las notas periodísticas son de acciones del Gobierno, nada más, de eso viven… pero ya nadie lee los periódicos, yo los uso para limpiar mi camioneta".

¿Acaso ya se le olvidó a Jaime que el apoyo muy poco disimulado que ese mismo medio impreso, El Norte, le dio en su campaña, fue muy importante para su triunfo?

Trump no se quedó atrás, y hace apenas unos días señaló públicamente a los medios de comunicación como “enemigos de los estadounidenses”, y calificó a los periodistas como “deshonestos”, “mentirosos” y “parciales”, por dar voz a las protestas y críticas que se han levantado contra las políticas migratorias del nuevo habitante de la Casa Blanca (ver).

Nadie puede negar que en México, Estados Unidos y muchos otros países, los medios de comunicación dominantes han jugado un nefasto papel de legitimadores del poder político y económico. Basta recordar cómo Televisa prácticamente impuso a Enrique Peña Nieto a fuerza de una campaña televisiva multimillonaria, certeramente detallada por el periodista Jenaro Villamil en dos de sus libros. Sin embargo, la existencia de televisoras, estaciones de radio y periódicos vendidos al sistema no ha logrado impedir que sigan existiendo los medios libres, incluso dentro del aparato de medios comerciales, como bien lo demostró Carmen Aristegui con su programa en MVS.

Incluso ahora que Internet y las redes sociales han puesto en jaque a muchos de los medios dominantes, sigue siendo muy necesario el trabajo de esos medios tradicionales, pues es una realidad que son ellos, con sus recursos, infraestructura y personal disponibles, los que pueden hacer reportajes y trabajos de investigación de gran calado, que a la mayoría de quienes usamos las plataformas en línea, nos sería imposible realizar. Un ejemplo emblemático es “La Casa Blanca de Peña Nieto”.

La libertad que nos dan las redes sociales, y los logros democráticos que hemos conseguido a través de ellas, no deben cegarnos ante la importancia que aún tienen otras plataformas como los periódicos y revistas impresos, la televisión y radio tradicionales, los cuales, es verdad, deben transformarse y ser más veraces si no quieren desaparecer, como le está pasando a Televisa, consorcio que perdió casi un 57% de utilidad neta el año pasado (nota).

Jaime Rodríguez Calderón se equivoca si pretende que simpaticemos con sus ataques a la libertad de expresión disfrazados de defensa de la verdad, pues no sólo los medios tradicionales están ejerciendo la crítica a su gobierno y a la falta de cumplimiento de sus promesas de campaña, sino que los simples ciudadanos desde nuestros blogs, páginas web, muros de Facebook, cuentas de Twitter y demás plataformas, también ponemos en evidencia el descontento social contra la mala gestión de un mandatario que está más ocupado en sus aspiraciones presidenciales que en gobernar para los nuevoleoneses.

“El Bronco” debería mirarse en el espejo de Vicente Fox, quien tras ser la esperanza de millones de mexicanos, terminó siendo el “traidor a la democracia” convertido en risible opinador en uno de esos medios de comunicación por él tan odiados.

Jaime Rodríguez Calderón, quien quiso ponerse al tú por tú con Donald Trump y se “destapó” rumbo a Los Pinos con su famoso mensaje en Twitter, “Para un terco, un Bronco”, (ver) también se equivoca si cree que, como lo cree el presidente estadounidense, se puede gobernar a “tuitazos” y con publicaciones en Facebook.

Donald Trump y Jaime Rodríguez Calderón deberían dejar de pelear con los medios tradicionales, para ponerse a revisar honestamente, sin “bots” ni “comelonches” de por medio, el sentir auténtico de la ciudadanía en las redes sociales. Es seguro que tampoco les gustará lo que ahí verán, por lo que cabe preguntarnos: ¿también dirán que los ciudadanos mentimos y somos enemigos de nuestro país?

 

Cristina Sada Salinas

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Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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