¿CODICIOSOS O SOLIDARIOS?

 09/18/2016 - 14:02

Homilía dominical del Padre Elías López

 

(Evangelio del domingo 25 del tiempo ordinario Ciclo C: Lc 16,1-13)

 

Al iniciar el evangelio de hoy san Lucas dice que la parábola del mayordomo deshonesto está dirigida a los discípulos. Pero, al final del relato, el evangelista señala que “los fariseos, que eran amigos del dinero, oyeron todo esto y se burlaron de Jesús” (v.14). 

San Lucas nos narra la parábola de un rico propietario que tiene un administrador como responsable de sus propiedades. Pero le llegan informes de que su mayordomo “le estaba malgastando sus bienes” (v.1). Entonces lo llama, le pide cuentas y le comunica que está despedido. Ante lo imprevisto de esta situación “el mayordomo se puso a pensar: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me deja sin trabajo? No tengo fuerzas para ponerme a trabajar la tierra y me da vergüenza pedir limosna. Ya sé lo que voy a hacer para que algunos me reciban en sus casas, cuando me quede sin trabajo” (vv. 3-4). Se pone entonces a llamar a los deudores de su amo y decide rebajarles la cantidad de la deuda. Es sabido que en Palestina los administradores no recibían un pago por su trabajo, sino que vivían de la comisión que cobraban, poniendo intereses excesivos a los acreedores. El amo tuvo que reconocer que su mayordomo había sido inteligente y astuto para manejar la situación y garantizar su futuro. Y Jesús finaliza la parábola aconsejando: “Traten de conseguir amigos utilizando el dinero injusto para que, cuando este les falte, haya quienes los reciban en las moradas eternas” (v. 9). 

Para referirse al dinero mal habido Jesús utiliza la palabra Mammon,  calificándolo de “tramposo” o injusto y, por tanto, opuesto a Dios. Mammon era el dios sirio de la riqueza, un ídolo. Cuando la persona sirve al dinero, éste la llevará inevitablemente a engañar, a cometer injusticias. Por eso el evangelio nos invita utilizar el dinero para servir a Dios, compartiendo lo que poseemos con los que pasan necesidad, con los oprimidos y desposeídos, los desheredados de la tierra.

La codicia del dinero es la frontera que divide el mundo en dos: ricos y pobres, opresores y oprimidos. Este distanciamiento “crece constantemente y se produce una inquietante degradación de la dignidad personal con la droga, el alcohol y los sutiles espejismos de felicidad” (Benedicto XVI).

El ansia del dinero es el principal obstáculo para que el mundo sea una familia unida donde todos se sienten a la mesa de la fraternidad y de la vida. Por eso Jesús nos hace una propuesta para garantizar nuestro futuro: “ganarnos amigos con el dinero.” Esa es una excelente inversión porque “nos hace ricos de lo que vale a los ojos de Dios” (Lc 12,21) y además los pobres “nos recibirán en las moradas eternas” (v.9).

Jean Debruynne ha escrito: “Hoy la publicidad invade los diarios, la radio y las cadenas de televisión para conjugar dos verbos: primero el verbo tener: tener dinero, tener relaciones, tener poder… y después el verbo aparecer: aparecer en la televisión, aparecer como el mejor, el más fuerte, el más guapo… La fe, en cambio, conjuga un solo verbo: es el verbo ser.

Jesús nos dice ante todo que la fe no es como el dinero. No es una cosa que se posee o no se posee, que se gana o se pierde. Creer es ser, existir, vivir. Después nos dice que lo que tenemos, lo que poseemos, aunque tengamos poco, debe servir al ser.”

Por fin, el evangelio nos recuerda que nuestros bienes son un regalo de Dios. No somos dueños, somos solamente administradores. El mayordomo de la parábola malgastó los bienes de su amo, porque se creyó dueño de los bienes a él encomendados. Los bienes que poseemos no son propiedad personal, sino que Dios nos los ha confiado para que los usemos rectamente. Y hoy Jesús nos pide que en esta administración seamos sagaces y creativos para hacerlos rendir en beneficio de los más necesitados. Y que en el trabajo por hacer avanzar el Reino de Dios pongamos alma, corazón y vida.

En los Apotegmas de los Padres se cuenta de un monje egipcio que, cuando se encuentra con una mujer de pésima fama muy bien vestida, rompe a llorar. A quien le pregunta por qué, contesta: Esta mujer pone mucho más empeño en agradar a los hombres del que yo pongo en agradar a Dios. 

 

Elías López Bta. Pbro.  18 de septiembre del 2016

 

Imagen: Fragmento de pintura "Rico y pobre", de autor anónimo del siglo 17, tomada de: sitio

Imagen de cristinasc
Cristina Sada Salinas
Regiomontana, apasionada por la comunicación, en la busqueda de construir opciones de participación ciudadana, para hacer frente a la corrupción del poder político y económico de México.

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